2020 quedará para la historia como el año en el que nos enfrentamos a nuestra vulnerabilidad (individual y colectiva); el año donde pusimos a prueba nuestros recursos: personales, sociales, tecnológicos, logísticos…; el año que evidenció el desajuste que existe entre la complejidad del mundo que habitamos y las herramientas disponibles para gestionarla. El año en que hubo que conjugar tu supervivencia personal con la responsabilidad colectiva que todos estamos llamados a atender.
Un año brutal que nos ha sumergido en el desconcierto, el miedo, la tristeza, pero que también nos ha mostrado grandes dosis de solidaridad, esperanza y fortaleza.
Es muy pronto para sacar conclusiones, pero posiblemente habrá un antes y un después de esta crisis y es fácil pensar que el nuevo mundo nos obligará a repensar las reglas del juego, nuevas formas de organizarnos, relacionarnos, consumir, compartir, gestionar. Tendremos que establecer nuevas prioridades y nuevas estrategias, en particular en materia de salud.
Durante los últimos 20 años hemos ido desarrollando y depurando una tecnología con la que nos hemos familiarizado conceptualmente, pero que hemos comprobado cuan deficitaria era su implementación y las desigualdades que puede conllevar.
El año 2020 es entre muchas cosas el año en que la salud digital ha dejado de ser un modelo abstracto, un argumento comercial, un mercado potencial, un concepto manido, un futuro a explorar. La tecnología aplicada a la salud, se ha convertido de una forma abrupta en la herramienta que garantiza el acceso a la salud, que democratiza la asistencia sanitaria, que mitiga el aislamiento de los pacientes durante periodos de confinamiento, que permite reducir costes y orientar recursos hacia donde sean más necesarios (que lo serán, en unos sistemas de salud altamente tensionados durante los próximos años).
Uno de los aprendizajes de esta crisis es que la salud no es algo colateral, es algo estructural, no es un servicio más, es nuclear. En estos momentos la economía mundial y por lo tanto la forma de vida que conocemos, depende de cómo gestionemos esta crisis sanitaria y sus efectos a medio plazo. Y hablamos de salud colectiva, no individual. Hablamos de salud universal, salud como condición estratégica de base, de la que dependen el resto de actividades humanas.
En SocialDiabetes, desde los primeros días de shock inicial, decidimos combinar de la mejor forma que supimos, nuestros objetivos comerciales con la responsabilidad de ayudar, de contribuir con toda la capacidad y agilidad posible, a los retos comunes. Cada uno de estos días han parecido años en nuestra empresa, pero nunca tuvimos tan claro nuestro propósito y razón de existir.
Los sistemas de salud por encima de cualquier otro sector van a tener que adaptarse rápidamente a la nueva situación; acelerando aquellas tendencias que habían venido apuntándose durante años, aplicando todo el conocimiento y tecnología disponible, poniendo el turbo a cualquier innovación pendiente.
Ya no basta el software, tenemos que ofrecer servicios. La telemedicina, la teleasistencia es algo más que llamadas (o video-llamadas) entre médico-paciente. Es necesario transformar la experiencia, ofrecer una gestión integral, hacer trabajar a los datos para personalizar la asistencia e integrarlos en los sistemas de información ya existente en los hospitales.
El concepto de terapia basado en fármacos y hábitos debe ampliarse. Las soluciones de Terapia digital pueden ofrecer kits combinados de tecnología y servicios que por la vía de la prescripción complementen y refuercen los tratamientos tradicionales para mejorar su eficacia.
Hace años que la “internet de las cosas” se está desplegando en diversos sectores. La salud es un gran ámbito de aplicación. Sensores, medidores, infusores…. Dispositivos médicos conectados, de forma abierta y universal. Debemos conectar todo con todo. Debemos aislar al paciente de la complejidad de la conectividad y debemos aplicar algoritmos de inteligencia artificial a los datos generados para ayudar a tomar las mejores decisiones, por cada actor, en cada momento.
Hay que cubrir más zonas de la cadena de valor, y de nuevo combinar datos para hacer más eficientes los procesos. La tecnología nos permite ya conectar la prescripción de un profesional, realizada a través de una plataforma de telemedicina, con un market place de gestión de suministros, que activen procesos logísticos de entregas a domicilio.
Todo el proceso, cualquier proceso debe basarse en el análisis de datos y debe generar a su vez más información. Tenemos que poder anticiparnos a complicaciones (individuales y colectivas), debemos poder comprender el comportamiento de pacientes, de profesionales, de colectivos; debemos poder intervenir de forma personalizada, segmentada, debemos orientar esos datos a la estrategia nacional de salud digital de los países, debemos poder diseñar escenarios económicos y clínicos basados en evidencias proporcionadas por la minería de datos.
Estos datos nutrirán a todo el sistema, público y privado y motivará alianzas para crear Ecosistemas en los que participen empresas de diversa especialidad, localización y tamaño.
Los retos son enormes y parece lógico que tendremos que repensar los conceptos de competencia y colaboración. Y eso abrirá la puerta a nuevos modelos de negocios y a alianzas impensables antes de la crisis.
Entramos con 20 años de retraso, en el s.XXI y con sus luces y sus sombras, nos toca vivirlo y construirlo. Suerte a todos y nos vemos en el camino.
Feliz año!
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Falta que la aplicación gráfique los datos de la Presion .
Hola Pedro, sí es posible graficar la Presión arterial en tu app SocialDiabetes, solo dirígete al apartado Graficos.