Si bien es cierto que la diabetes tipo 1 no se ha curado y que no podemos decir que lo hará en un futuro a corto-medio plazo, no es menos cierto que estamos viviendo una evolución tecnológica, sobre todo en los últimos 10 años, cuyo impacto en la calidad de vida y control de la enfermedad es más que notable.
Pero, ¿qué quiere decir tecnología?
Realmente si miramos la definición de la RAE, entre otras, nos dice que la tecnología es el conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico. Sin embargo, nosotros asociamos tecnología en general a avances y al futuro y en diabetes en particular nos hace pensar en bombas de insulina, sensores, smartphones y Apps, etc. La tecnología está presente en diabetes desde hace mucho tiempo, aunque de manera muy distinta a lo que vemos hoy, y es por eso que hablamos de evolución tecnológica y no de revolución.
En el siglo XI se diagnosticaba la diabetes de una forma no muy agradable: probando la orina del paciente (de ahí el nombre de mellitus que significa miel en latín, ya que tenía un sabor dulce). Es ya en el siglo XIX cuando se desarrollan las primeras pruebas químicas para detectar la presencia de azúcar en la orina. Posteriormente durante muchos años la única manera de conocer los niveles de glucosa a través de la extracción de sangre venosa.
En 1965 por primera vez la empresa AMES desarrolló y comercializó tiras reactivas para la medición de la glucemia capilar cuyos resultados eran expresados en colores y prácticamente utilizado solo por los profesionales sanitarios, siendo 5 años después cuando uno de los científicos de la misma empresa patentó un reflectómetro que podía traducir el cambio de color de la tira a una cifra pero era muy pesado y caro y su uso muy limitado.
A finales de los 70 comenzaron las evidencias sobre el impacto de la automonitorización de la glucemia capilar en el control glucémico lo que dio lugar que a principio de los 80 aparecieran tiras reactivas de diferentes casas comerciales que generalizaron su uso. Con el tiempo los reflectómetros iniciales fueron evolucionando a otros dispositivos que utilizaban un técnica diferente lo que permitió reducir las posibles interferencias la cantidad de sangre necesaria para el análisis, el tiempo para obtener el resultado y mejorar la precisión de los mismos, dando lugar a los glucómetros que hoy día todos conocemos.
La medición de glucosa en la actualidad
Los actuales medidores almacenan resultados , se comunican directamente con el móvil o con las bombas de insulina, permiten registrar diferentes variables y disponen de algún tipo de software que permite obtener gráficos y estadísticas sencillas relacionadas con el control glucémico muy útil tanto para los profesionales como para las personas con diabetes y con un alto valor educativo.
Además algunos glucómetros no solo permiten realizar la medición de glucemia si no que actúan como “calculadores“ ayudando a las personas con diabetes, en base a unos parámetros configurados de manera personalizada, a calcular la dosis de insulina prandial (la insulina necesaria para cubrir una ingesta) o la de corrección.
Sin embargo la tecnología sigue evolucionando y el deseo de poder medir la glucosa de una manera indolora, continua y precisa ha dado lugar a los sistemas de monitorización continua de glucosa (MCG). Hace unos 20 años que se desarrolló el primer sistema de MCG: un sistema de vigilancia continua de la glucosa que permite dibujar la curva completa de la misma durante las 24h del día.
Medición de glucosa en el líquido intersticial
Los 4 dispositivos comercializados miden la glucosa en el líquido intersticial. La composición de este fluido depende de los intercambios entre las células en el tejido y la sangre, existiendo diferencias entre la glucosa del líquido intersticial y la glucosa en sangre, con un retardo de la intersticial respecto a la capilar de unos 5-10 minutos, ya sea al alza o a la baja.
Hay 3 partes básicas de sistema de MCG: sensor, transmisor y receptor y cada sistema tiene sus diferencias y peculiaridades. La monitorización continua de glucosa (MCG) nos permite ver de manera continua nuestro nivel de glucosa y además refleja la tendencia de la misma, es decir si vamos hacia arriba o hacia abajo, proporcionando la visión de la película completa y no solo de un fotograma como lo hace la glucemia capilar.
Sin embargo, ¿usar monitorización continua de glucosa (MCG) significa el final de controles de glucemia capilar? De momento no. A excepción del FreeStyle Libre y el último modelo de Dexcom (DexcomG6) que no requieren calibración, en el resto de dispositivos son necesarias 2 calibraciones diarias mediante control, de glucemia capilar. Por otro lado la FDA aprobó el uso de DexcomG5 para reemplazar los controles de glucemia capilar y posteriormente el FreeStyle Libre recibió esta misma autorización.
Sin embargo la inexactitud que puede producirse en determinados momentos en las mediciones de glucemia intersticial ( periodo postprandial, ejercicio, primeras horas de uso del sensor, valores extremos tanto hipo como hiper, etc ) pueden llevarnos a un cálculo de dosis de insulina erróneo si solo tenemos en cuenta los resultados de la monitorización contina de glucosa (MCG), por lo que antes de tomar un decisión y sobre todo en las situaciones de mayor inestabilidad sería conveniente realizar una determinación de glucosa capilar. El continuo avance en la mejora de estos dispositivos hará posible en un futuro no muy lejano el “adiós definitivo a los pinchazos”.
Hacia el páncreas artificial
Probablemente la gran evolución tecnológica ha sido la posibilidad de comunicación entre los sistemas de MCG y las bombas de insulina. Un páncreas artificial (PA) consta de una bomba de insulina conectada a un monitor continuo de glucosa. Los datos de glucosa se reciben cada 5 minutos y un algoritmo re-calcula al mismo tiempo la insulina necesaria para mantener en rango la glucemia de la persona con diabetes.
¿Qué tenemos? Se cumplen ahora 4 años de la aparición en España del Sistema Integrado (Medtronic), que añade al sistema la función de suspensión antes de hipoglucemia (en lugar de la suspensión en hipoglucemia como su predecesora la VEO). Esto permite que cuando el sensor anticipa, por la tendencia de variación de la glucosa medida, que se podría alcanzar el límite bajo de glucosa en los siguientes 30 minutos, la bomba detiene la administración de insulina para evitar que se produzca la hipoglucemia. Cuando el sistema detecta que ha ocurrido un cambio en la tendencia, reanuda la administración de insulina evitando la posible hiperglucemia posterior.
Próxima a llegar a España será su hermana mayor la 670G, que además de la función de suspensión por predicción incluye también un ajuste automático de la infusión alrededor del valor glucémico de 120mg/dl o 150mg/dl. Pero ni una ni otra pueden considerarse Páncreas Artificial (PA), son sistemas híbridos, ya que en ambas es necesaria la participación de la persona, contando raciones, administrando bolos con las comidas, etc.
Actualmente son muchas las empresas (Roche, Johnson & Johnson, Medtronic) que están trabajando en la comunicación de sus bombas con sistemas de monitorización continua de glucosa (MCG) para poder disponer de verdaderos sistemas de asa cerrada, es decir verdaderos sistema de páncreas artificial (PA) donde todo ocurra de manera automática sin intervención de la persona con diabetes, esperando poder tener los primeros prototipos entre 2019 y 2020.
Mientras esto ocurre algunos pacientes han decidido no esperar y bajo el lema #wearenowaiting #doityourself han comenzado a construir sus propios sistemas de PA “casero”. Hay que tener en cuenta que son sistemas no han pasado por controles reglamentarios y que han sido creados por personas con diabetes con conocimientos de informática y utilizados por ellos mismos o sus familiares. Para utilizarlos se requiere de bomba y sensor además, y esto es muy importante, de un alto grado de educación en diabetes.
Lo que está claro, como decíamos al principio es que la diabetes tipo 1 no se ha curado pero ha evolucionado notablemente la manera de tratarla sobre todo gracias a la tecnología, con un impacto muy positivo no solo en el control, si no, sobre todo, en la calidad de vida. El páncreas artificial (PA) es esta cada vez más cerca y el deseo de verlo hecho en realidad ha hecho que algunos pacientes tomen la iniciativa y ya hayan desarrollado verdaderos sistemas de asa cerrada.
Esto nos tiene que hacer reflexionar es necesario que todos (profesionales, pacientes y desarrolladores) trabajemos juntos, porque nos une un objetivo común: mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes.
Autora: Cintia González Blanco. Consultor 1 Endocrinología Hospital de Sant Pau. Universidad Autónoma de Barcelona. CIBER-BBN.
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